Escuchaba a una persona reflexionar sobre la empatía que sentía con un loro enjaulado que observaba a diario a través de su ventana. Y por su estado anímico depresivo se comparaba con la "vida" del loro llegando a las siguientes conclusiones:
" El siempre está bien. Admiro la resiliencia del loro"
y concluía:
" Y puedo salir. Vivo mejor que el y no sé porqué no estoy feliz"
Y me sorprendió el conformismo de "envidiar" su rutina entre "4" barrotes por tener alimento, agua y una solitaria barra donde mantener el equilibrio enlazando sus garras...frente a la infinita libertad de pensamiento y acción de la observadora.
A veces envidiamos lo que vemos en el prójimo sin mirarnos a nosotros mismos.
En ocasiones anhelamos la aparente armonía ajena, pero no reparamos en poder sintonizar la nuestra...
Hay quien tiene "alas" y no puede usarlas
Hay quien pudiendo "volar" y despegar se queda inmóvil, adentrándose, voluntaria o involuntariamente en una jaula sin barrotes.
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